Pocas cosas hay tan vapuleadas como la lengua española, sistemáticamente vejada, ultrajada y manoseada por los profesionales de los medios de comunicación, que odian su herramienta de trabajo por la misma razón que los albañiles odian los ladrillos: porque les recuerdan que tienen que trabajar. En cuanto a la contribución de los políticos a este deterioro del castellano en sus discursos y soflamas, mejor ni hablamos.
Por si este aciago destino no fuera suficiente maldición, nuestro idioma ha
ido a convertirse en el blanco de la atención de Enrique Gallud Jardiel, un
escritor desaprensivo que se ríe de todo y hace añicos literales al mayor
tesoro del mundo hispano-parlante con el contumaz martillo de su iconoclasia
cultural.
Lo que queda tras tal destrozo es algo así como un irreverente contramanual
de estilo. Confiamos, probo lector, en que Español
para andar por casa te será útil para luchar contra ese dragón de la
canallería lingüística que ha nacido del huevo del postmodernismo.